En las últimas semanas se repiten las noticias: la IA está integrándose cada vez en más empresas y esta situación ya no hay quien la pare. Para muchos negocios, es algo que está ocurriendo a ciegas, sin plantear una estrategia sólida que permita evitar errores. Incluso Google ha tomado decisiones aceleradas que es posible que le acaben pasando factura.
Muchos negocios han visto el filón de la IA como una oportunidad para despedir a empleados y así reducir el volumen de gasto que hacen mensualmente. Pero las consecuencias negativas de ello no han tardado en llegar. En algunos de los casos, quejas masivas por parte de los trabajadores despedidos y por parte de asociaciones que protegen a los empleados. En otros casos, una pérdida clara de productividad y la reducción de la capacidad de los negocios para hacer su trabajo.
Por el lado de Google, la empresa ha redirigido muchos de sus recursos al desarrollo de la IA y de nuevas iniciativas que permitan a la empresa estar al frente de esta tecnología. Ha visto cómo sus rivales se adelantaban y no quiere quedarse atrás.
El problema de Google es que sus rivales se han posicionado con mucha fuerza antes de que ellos pongan un pie en el mercado de la inteligencia artificial. ChatGPT está triunfando de forma descomunal y no parece que haya nadie que pare su tecnología, la cual ya ha sid probada por millones de personas. Por su lado, el Chatbot de Bing está consiguiendo lo que se pensaba imposible: que la gente use Edge.
Porque si algo tiene Bing es que no solo responde preguntas, sino que también hace dibujos como si se tratase de Midjourney, lo que se trata de una ventaja importante. Google y las demás empresas que se metan en la IA ahora tendrán que trabajar mucho para abrirse camino.