Los vinos españoles salen del paso reduciendo su margen de beneficio

Cuando Donald Trump aumentó los aranceles en Estados Unidos a productos del extranjero como los vinos españoles, una nube muy oscura sobrevoló el mercado. Las bodegas se encontraron ante una situación complicada. Sabían que había que tomar una decisión inteligente para que su negocio no se fuera al traste. Algunas, en vez de arriesgarse, prefirieron no volver a vender su vino en Estados Unidos. Otras, salieron del paso.

Para Estados Unidos es crucial apostar por los productos de factura nacional, motivo por el cual cada vez intentan comercializar artículos puramente españoles en su versión estadounidense. Pero el consumidor, incluso el norteamericano más patriótico, sabe que la calidad de un aceite de oliva, de un vino tinto o de unas aceitunas, está en el producto español.

Por eso las bodegas españolas querían seguir en Estados Unidos, por orgullo, por seguir complaciendo a sus clientes fieles y por mantener la calidad de un producto meramente español que no quieren que se desvirtúe debido a la expansión de las malas marcas.

Lo que han hecho ha sido asumir esa reducción de los beneficios de tres maneras. La primera de ellas ha sido reduciendo su margen de beneficio. Es duro, pero hay que hacerlo. En ciertos momentos hay que afrontar ganar menos para poder mantener el negocio y todo lo que hemos explicado. La segunda de las maneras fue pactando con las distribuidoras norteamericanas para que estas también ganaran un poco menos. Su compromiso se ha demostrado al dar su brazo a torcer.

Y la última de las vías ha sido con un aumento de los precios, pero de una manera tan mínima que prácticamente no ha sido apreciable. Esto era lo último que las bodegas querían hacer. Porque si aumentaban un 20 o 25% los precios, lo que ocurriría es que nadie les compraría. Y así, con estas decisiones, los vinos españoles siguen presentes en Estados Unidos.

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